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Me crispa los nervios...

Cada día que pasa se afianza en mí una manía que procuro perseguir pero que la condenada corre más que yo. Se trata de lo siguiente. Llego a una habitación donde haya un aparato de música, un televisor, una radio a todo volumen y automáticamente me da por bajarlo. No soporto el sonido estridente de nada. Me crispa los nervios más de lo que puedo soportar, lamentablemente porque me produce dolor físico que siempre será aborrecido y ahuyentado como yo mejor pueda.

El caso es que por esa razón no soporto de ninguna de las maneras a día de hoy esos bares, disco-pubs, discotecas de aglomeraciones y ruidos ensordecedores. ¿Y antes me pasaba igual? Para nada. Bueno, no es que fuera un todoterreno del ruido infernal de algunos sitios, pero sí me podía divertir bailando en un entorno ruidoso y en ambientes de fiesta. Hoy nada de eso me resulta agradable y ,si puedo, salgo huyendo en un descuido. Ahora entiendo el ansia por salir al jardín de los protagonistas de las películas antiguas. Acababan charlando fuera del bullicio y las risas del salón de baile.  Salían por pies, esquivando a todo el mundo y reuniéndose, liberados, al fin, del calor bochornoso que producen las multitudes con sus afanes de pasarlo bien a costa de sudar a todo trapo.

 

Sin tiempo.

Entre los madrugones, las tareas pendientes, el ir y venir y regar el perejil van pasando los días de la semana y no me entero de nada que no sea el avance continuo de las horas que pasan como minutos. En serio.

Ahora me he topado con esto http://www.abelmartin.com/LG/am-08.html y me ha dado tanta alegría leer ese último verso de Antonio Machado. Podríamos decir que mi espíritu se acaba de serenar por un rato.  Me he demorado leyendo por ahí sus versos y ha surtido el mismo efecto que si hubiese bebido una valeriana. Me ha tranquilizado hasta el extremo de que me he sentado a leer como si no tuviera nada más que hacer, como si la cena (que tengo yo que ir a hacer a la cocina, por supuesto) se hubiera quedado suspendida en el tiempo y se tomara un respiro hasta nueva orden.

Repito:

http://www.abelmartin.com/LG/am-08.html

Amelie.

Estoy deseando que se acuesten las criaturas, (no, son las 23:00 Y "aún" no se han acostado por culpa de Juan Imedio y su programa para niños de Canal Sur...), no veo el momento de ver de nuevo "Amelie", de Jean-Pierra Jeunet.  No sé si es adecuada al cien por cien para ponérsela a mis alumnos en clase y por eso voy a revisar detenidamente la película por si hubiera algo que se me hubiera pasado. A mí me encantó y la recomiendo a todo el que no la haya visto. Lo dudo que quede alguien sin verla.  Es del 2001.  Me gustó sin saber que era del mismo director de" Delicatessen"(1991), una película que me sorprendió aunque ya me la habían recomendado como imprescindible del cine francés. La vi tiempo después  casualmente un día de invierno muy frío y que apetecía estar en casa resguardados ante una buena película. Ahora me apetece estar sola ante el ordenador viendo que por fin se han ido a dormir y no tendré interrupciones ni "Mamá ¿qué ves?" cada cuarto de hora. Así tenemos que ver cine las madres de familia, evidentemente.

"Amelie" me espera para seguir sorprendiéndome con su peculiar visión de la vida. ¿A que no nos importaría tenerla cerca?

Pío Baroja.

Hay que ver qué poco leo a este autor que fue de culto para mí en mi tierna juventud. Y mira por donde me sorprendió sentir su añoranza al encontrarme en un programa  de televisión ,¿de la dos?,con una semblanza de Caro Baroja y de refilón de su famoso tío. Cuánta alegría me dio ver aquel documental.  Y la panorámica de su tierra natal tan querida que no tengo el gusto de conocer. Me pareció tan interesante que lamenté que se acabara tan pronto. Siempre pasa lo mismo: los programas culturales duran una ridiculez y los tipo salsarosa y compañía se pueden tirar tres horas tan ricamente. Qué injusto es el tratamiento que les dan a los documentalistas de tv. Ahí, relegados a cuatro programas escasos y el resto de la programación a triunfar con horteradas que deben interesar muchísimo al personal, si no qué pintan ahí.

Así que Pío Baroja las pasó canutas al principio de la Guerra Civil, cuando nadie se esperaba las salvajadas que se toparon de bruces tantos españoles. No sabía nada al respecto, por eso me gustó tanto escuchar la narración de lo que tuvo que vivir en el 36. ¿Alguien lo ha estudiado en los libros de texto de nuestra época? Yo,al menos, no sabía nada del asunto.  Un tupido velo por parte de todos al finalizar la Guerra civil y santas pascuas.  Pues no está mal conocer la verdad de cómo lo pasó y cómo lo cuenta en su obra, que por cierto la he visto recientemente en la librería y que pienso leerme próximamente. Ya está bien de darle esquinazo a don Pío.

Angustia vital

No me hace falta leer a K. para enterarme de lo que es la angustia vital. Ando angustiada porque no da tiempo a nada en este principiode curso escolar. O estamos desentrenados o es que la llegada del frío tan de repente nos ha dejado perplejas a la vez que heladas. ¿Quién se esperaba tal cambio? Si parece que estamos en pleno invierno. Que me lo digan a las 8 de la mañana yendo a mi trabajo dando un paseo saludable. 

El fin de semana se acerca y no quiero volver a oír nada de K. ni angustia ni nada que se le parezca. Toca organizarse mejor, eso me digo, a ver si cuela de una vez.

 

¿Habéis leído algo de Kierkegaard?

Pregunta muy apropiada para todo aquel que viene de las vacaciones, con la mente relajada y tal vez un poco embotada de tanta diversión y despreocupación. Sí, pregunto por ese filósofo de la angustia que me encuentro leyendo  en Terapia, de David Lodge. Dale con Kierkegaard todo el rato. Su personaje de la novela busca desesperadamente algún libro de K. en las librerías de Londres y suda la gota gorda hasta dar con ellos. Le  ocurre un equívoco que a nosotros nos suena bastante en el caso de Saramago( Sara Mago), porque preguntó a una dependienta por un título de K. y no tuvo otra pregunta más adecuada tratándose de una dependienta en una librería "¿Kierke Gaard?". El mundo es un pañuelo. Y en todas partes, cuecen habas. Y no sigo como Sancho con los refranes que me da el yuyu.

Volviendo a lo de K. y lo de su angustia vital pequeñoburguesa. No me importaría nada leer algo de ese autor que sólo conozco de oídas a través de autores. Más que nada por ver de qué iba aquella angustia del siglo XIX que tenía tan acongojado a nuestro K. y que tan poca difusión tiene en nuestra cultura actual. Por lo menos a mí nunca me han hablado de él más que de referencia, de pasada, más deprisa y corriendo que otra cosa.

¿Por qué obra comenzar su lectura? Es que según avance el otoño seguro que dan cada vez más ganas de leerlo.

Necesidades básicas o visitas virtuales.

He colocado un icono en mi escritorio con el título de "necesidades básicas". Vaya título rutilante para almacenar páginas web de gente de la blogosfera que tendrán su nombre y  apellidos, como Enrique Jardiel Gallud, en Humoradas; Julio, en El blog del náufrago, pero que por lo general conozco únicamente por su alias a modo de los guerrilleros del maquis andariego  y escondido por la sierra con nombre falso, aleatorio y un tanto estrafalario como "Chaquetalarga" o  "Veneno", por citar algunos de los que se escondían con nombres y apellidos bajo esas identidades en los años cuarenta.

 Así no dejo de visitar cada vez que puedo a "Gatito Viejo", en sus Paseos literarios; "El búcaro de barro", en Elbucaro; "Zebedeo", en Cajón desastre; y tantos alias que desfilan con la mayor normalidad del mundo por la pantalla del pc como si tuviera alguna importancia llamarse Rosa, Juan o Alfredo (¿no me digas que he acertado en vuestros nombres de pila? Anda ya...)

Para mí "Meritxell "es un alias perfecto porque juega al despiste. En mi blog Meritxellgris me ubicaban por Andorra. Sí, perfectamente podía ser de allí por haberme apropiado un nombre típico de allí, en honor de la Virgen de Meritxell. Nada de eso, bien lejos me cae a mí Andorra. ¿Y por qué lo elegí entonces?  Ah, porque se terció así la cosa. Me gustó y a ...la saca. Ya tenía alias para ponerme morada a opinar con mis comentarios en cada uno de los blogs que visitaba (siempre respetuosamente, aclaro; con la timidez del que llega a un lugar extraño y no ha sido presentado aún)

Claro que después de ver que era fácil escribir cuatro cosas para uno mismo en un blog, si no entraba nadie pues no pasaba nada, porque nada se pretendía con este invento, pues me dieron ganas de tener mi propio blog. Y vaya el título que le puse: "Meritxell está debajo de un almendro", por supuestísimo haciendo alarde de mi adoración por el abuelo del señor Gallud, don Enrique Jardiel Poncela. Total no han tenido que leer los alumnos esa obra de teatro... Vaya, a fe mía que sí, que  yo la recomendaba como una buenísima obra, divertida a más no poder( sí, claro que se reían los alumnos cuando la leíamos juntos) y c tanto va el cántaro a la fuente, que se me pegó el nombre y me vino a la mano cuanto intentaba ponerle un nombre al blog que estaba intentando crear en enero de 2005. ¿Así descubrió mi blog su nieto? ¿por el Google? Nunca se lo he preguntado.

Me siento mucho más cómoda leyendo los blogs tan buenísimos de los ya citados amigos virtuales y algunas veces me digo que para qué escribir nada en el mío.  Qué apatía me entra. Este de lo que se me ocurra de cotidianeidad (naderías), libros, música o lo que se nos vaya ocurriendo; el de Cochambre inaudita para los minirelatos que me vienen espontáneamente y sin que yo quiera a lo mejor tratar algunos de sus tema. Se me imponen como esas visiones de los que caen en trance. Más o menos.  Nada original.  Y me curo en salud llamándoles "Cochambre" porque en realidad es material de derribo de la imaginación que se da garbeos por la realidad cotidiana a su antojo, de manera sorprendente para mí.

Escribir no es una necesidad básica para mí en estos momentos, así que mi blog no figura para nada  en ese icono del escritorio que suelo visitar como el que va a por el periódico con ansias de saber, de estar informado o permanecer entretenido.

Este Septiembre caluroso me mata.

En casa, acobardada por el imposible calor de la calle, con tanto por hacer y sin ganas de nada con esta desgana reacia y dueña de mis horas no vengo por aquí dando saltos de alegría. Eso me creía yo. Venir descansada de las vacaciones y ya con el fresquito de septiembre...Nada de eso. Calor y más calor insoportable. ¿Así empezaremos el nuevo curso escolar?Uf, qué satisfacción más grande.

 Basta ya de quejarme. Que también se concibe esto como paño de lágrimas...pero no quiero pasarme a ser una plañidera en toda regla. Bueno, pues qué deciros: Mucha tumbona al sol (bajo la sombrilla, que no quiero suicidarme), agua y baño refrescante, piernas muy descansadas con los paseos y las olitas, la arena; castillitos no hice, pero vi a mis hijas hacerlos, qué delicia. Vida tranquila, lectura, por supuesto, amena y que me hacía más llevadera tantas horas en el exterior. Así que bien aprovechados los días.

También es verdad que al volver me dispuse a ver lo que se cocía por la blogosfera, al menos por los blogs que suelo leer y vaya chasco: apenas sin actualizar, con poco condumio, dicho en plata. Vamos que hay más de uno apático por aquí. No sé a dónde vamos a llegar con la "perritis" si esto es contagioso. Que lo debe ser, porque otra cosa...

Ahora ando más interesada en mi adorado David Lodge y su "Terapia" que en escribir nada.  Y son 445 páginas que devoraré resguardada del calor y disfrutando de sus genialidades. Menos mal que  el humor inglés siempre nos saca a flote en las peores circunstancias ¿no es cierto? Cuestión de enfoque, que decía alguien.

 

 

 

Ausencia por unos días.

Nos vamos unos días pero volveremos con algo que contar que no sean lecturas y más lecturas. Bueno, ahora que estoy con el ritmo de libro diario casi tampoco vamos a descuidar ese hábito tan saludable. Ya veré qué me llevo para las eternas horas de baños y de sol. Ya, con crema protectora y sombrilla.

¿Recomendaciones para estar debajo de una sombrilla y leer algo divertido? Tal vez mi admirado David Lodge encabece la lista.

No dejéis de apuntarme algo que merezca la pena que mis ojos no se pierdan.

 

BAJO LOS ÁRBOLES AZULES, de Daniel Arenas (2005)

Otro libro que acabo de terminar, publicado en Ediciones Brosquil, de Valencia. Me ha parecido muy interesante por diversos motivos que os paso a explicar: primeraramente porque trata de un tema de la Guerra Civil española que me suele interesar ya de entrada. Es la historia de una familia que sufre las consecuencias de su pertenencia a la causa republicana. Una triste historia del salvajismo imperante en la guerra y en la posguerra, quizás más cruel ésta que la misma guerra debido al revanchismo y el espíritu de venganza de determinada gente de un pueblo extremeño. 

En segundo lugar,  me llama la atención lo conseguido que está la técnica del monólogo interior a cargo de distintos personajes de la obra que van poniendo en pie la trama novelística. A veces no es fácil dilucidar quién está contando y tienes que avanzar en la lectura para saber que se trata del padre, del hijo, de la madre, etc.  Debes leer e interpretar lo que vas leyendo para dar con la voz narrativa de la historia. Esta técnica no resulta pesada, sino todo lo contrario, aligera y da un dinamismo a la historia gracias a ese perspectivismo por secuencias narrativas.

De Daniel Arenas solo sé que  es catedrático de Lengua y Literatura de un instituto valenciano y que ha publicado ya algunos libros de poesía, novelas y crítica de cine. Vive en Valencia pero tiene sus orígenes en este pueblo de Azuaga, por eso cada dato alusivo al lugar de la novela es para mí interesante. Allí salen el Cristo, la calle Santana, Estalajes...es decir , calles y plazas que conozco bien y por eso me llama más la atención imaginar lo que se pudo vivir en la guerra  en aquellos aciagos momentos de terror, con los verdaderos sufrientes de esa época que nos resulta tan lejana y a la vez tan cercanos; así avanzamos entre la ficción y lo sucedido  realmente en este pueblo, según cuenta su autor en esta magnífica novela.

 

 

Acabé (qué lástima) LA AGONÍA DEL BÚHO CHICO,de Justo Vila

Me he leído con verdaderas ganas esta novela. Ha sido un enganche auténtico. No veía el momento de devorar sus páginas que me dejaban con la intriga y no he descansado hasta llegar a la página 369 y ver cómo quedaba su protagonista después de los avatares, desgracias y sinsabores que se llevaba su cuerpo serrano, nunca mejor dicho en este caso, que se andaba de la ceca a la meca de sierra en sierra por Extremadura.

Se trata de una novela sobre los derrotados republicanos extremeños de la provincia de Badajoz. Asistimos a la historia de uno de ellos Alonso Martínez Aranda, alias Veneno, de Puebla de Alcocer. Así se nos cuenta cómo se escapa de la prisión de Puebla en 1939, a donde lo habían llevado después de permanecer detenido en el campo de concentración de Castuera y de ser condenado a muerte. En su huida acompañado por un grupo de republicanos llega a Cantosnegros:

"Hablaban mucho, como para llenar el vacío que los envolvía. A medida que pasaban las semana, sus corazones se inflamaban más y más de esperanzas. Hacían planes para el regreso a sus casa, pues nadie ponía en duda, por aquel tiempo, que iban a regresar."

Ese optimismo primero se irá tornando en desilusión, abandono, tristeza e impotencia. Se opera un cambio radical con el transcurrir de los días, la rutina y sobre todo la lucha sorda y permanente contra esa captura a manos de la Guardia Civil, que permenecerá al acecho día y noche, para dar con ellos, usando todo lo que a su mano tenía, incluso valiéndose del engaño e invitando a la traición para conseguir sus objetivos.

Hay una mirada a ese quehacer de Alonso, pero también el novelista atiende a otros personajes del bando republicano, de los derrotados a los que nos presentará con sus intereses, miserias y grandezas. Otro tanto lo dedica a personajes de signo contrario, a los de la Guardia Civil que van en su búsqueda por las sierras llueva o truene.

El tiempo narrado abarca desde 1939 hasta 1950. Hay numerosa elipsis narrativa que el lector debe interpretar y sobre todo en el final abierto descubre que ha sido una narración en tercera persona pero que podía haber sido una novela testimonial en primera persona narrativa por cuanto leemos lo siguiente:

"Con tanto trajinar, fueron pasando los días para Alonso. Cuando se cansaba de la cuadra, se refugiaba en el pajar o en el doblado, que era muy reducido y bajo. El agujero en el muro sólo lo utilizaba en ocasiones de especial peligro.

En el doblado, dividía el tiempo entre la lectura de los pocos libros que su mujer había podido salvar de un registro de la Guardia Civil, mucho tiempo atrás, y la redacción de unas notas que, mucho después, por deseo expreso del de Puebla, habrían de llegar a manos de quien esto escribe."

Es decir, es como si el novelista fuera un mero intermediario entre el protagonista y el lector que imagina tal vez que es una obra de ficción y no  narración de un hecho real, acontecido en la postguerra española.  En ese punto nos deja Justo Vila con la miel en los labios y nos deja a la imaginación todo lo que le podría haber pasado a su personaje intentando una nueva vida en la España que había entonces, cómo saldría del atolladero vital y cuál habría sido el resto de su historia.

Ha sido un disfrute no solo la narración sino la descripción paisajística. Nunca hubiera sospechado que había tantas clases de palabras referidas a pájaros, plantas,árboles del ecosistema extremeño y que me tocaba buscar en el diccionario por mi total desconocimiento (¡siendo extremeña! imperdonable...), sin dejar de admirar su alarde de buen saber sobre las cosas de su tierra.

Ha sido un descubrimiento para mí de un Justo Vila novelista con esta primera obra que leo. Ya lo conocía por su estudio histórico EXTREMADURA, LA GUERRA CIVIL, que me mantuvo muy entretenida mientras lo leí hace unos cuantos años.  Y casualmente los dos libros que he leído de Justo Vila me han gustado y fueron comprados de manera inconsciente, uno en una feria del libro escolar en Azuaga y el otro  porque me llamó la atención la portada con esa foto en color sepia de un grupo de prisioneros de la posguerra, en la edición Los libros del Oeste de Bolsillo. Muchas veces con las lecturas es acertar con las corazonadas, sin seguir los dictados de ese o aquel en tal cual recomendaciones de los periódicos o revistas culturales.

LA ENSEÑANZA DESTRUIDA, de Javier Orrico.

Después de haber leído, muy gustosamente, a Frank McCourt en El profesor,  y ver cómo están las cosas de la enseñanza en EE.UU., concretamente en Nueva York, en los institutos  de Secundaria que tantas veces habremos visto en películas de todos los tipos y maneras...Pues sí, después de su lectura me encontré, casualmente, en la librería que frecuento, como quien no quiere la cosa y sin buscar una aguja en un pajar; voy y doy con  este otro libro, que trata la problemática de la enseñanza, pero esta vez en España, cercado el valladar a nuestra tierra, a lo que tenemos más cerca, por supuesto, y lo que mejor conoce Orrico, catedrático de Lengua y Literatura conocedor de los adolescentes que tenemos por aquí, en el suelo patrio. Me ha sorprendido mucho mi hallazgo y, por supuesto, me he comprado el libro publicado por Huerga Fierro editores. Lo tengo aquí  encima de la mesa y me encanta la portada. Quién no recuerda las fotos que nos hacían con un libro entre las manos en los primeros cursos de enseñanza primaria. Qué nostalgia esas viejas fotos.

Creo que nos llevaremos bien este libro y yo. Por lo que he ido viendo, Javier dice verdades como puños y algunas cosas yo sé que van a sentar como cuerno quemado a más de uno de esos mandamases que mueven el cotarro. ¿Quizás Psicopedagogos? ¿Teóricos en el País de las Maravillas?  En cuanto se enteren del ambite, si no se han entarado ya, tendrán unas palabritas con quien sea para que no llegue la sangre al río. Nada de descubrir el pastel a la gente, hombre. Hay que ser discretos y dejar las cosas estar como están, que qué perre con la LOGSE dichosa; vaya ojeriza le han tomado algunos... Ay, qué sufrimiento van a tener que soportar.

No recomiendo a nadie todavía su lectura,  porque primero debo hacerla yo. Ya sé que en estas horas de calor no es lo más recomendable, teniendo en cuenta que estoy de vacaciones escolares y por fin estamos lejos de los adolescentes con los que tenemos que lidiar durante el curso. ¿Soy masoquista o qué? ¿Entre todos los libros interesantes que hay por ahí me voy a decantar por esta temática de la enseñanza a tutiplén? Qué le voy a hacer: la cabra tira al monte; pues eso.

 

 

 

 

Nuevo Blog.

Empezamos un nuevo blog en el que ir anotando lo que nos parezca, como hicimos en esos dos que tenemos ya en circulación y que quieren tener un hermanito. No hay dos sin tres, nos hemos dicho. Y a eso vamos con este de Blogia. Cada uno de un padre diferente: uno de Blogger, el mayor(http://meritxell2000.blogspot.com); otro de La Coctelera , el mediano, ( http://www.lacoctelera.com/meritxellgris) y  este, el pequeñito, de Blogia. Ya estamos todos. A ver si  estamos o no bien avenidos.